Los tratamientos para el acné pueden incluir el uso de medicamentos tópicos y orales, así como procedimientos como peelings químicos y láseres para reducir la aparición de comedones, acné activo y cicatrices de acné.
El objetivo principal del tratamiento del acné es reducir la inflamación, controlar la producción de sebo, prevenir la infección y formación de cicatrices.
El tratamiento debe ser personalizado según la gravedad y tipo de acné de cada paciente, por lo que se recomienda acudir a un especialista en medicina dermoestética. Es fundamental mantener una buena higiene facial y evitar el uso de productos que puedan obstruir los poros o empeorar la inflamación.
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